Los macarras de la moral.



Llegaron a mi vida con su andanada de amenazas: el pecado, la culpa, el infierno. Porque atemorizar es un modo de tener poder sobre los otros. Llegaron con sus advertencias y sus dogmas, poseedores únicos de la verdad, ellos, los elegidos, ocultos tras miradas piadosas y sonrisitas amables."¿Que no creéis en el infierno? Ya lo veréis, ya lo veréis" Amenazaba el Marquesito de Peralba, misógino siempre, ahora santo. 

A ellos les debo, creo, ser sexólogo, cuestionar todo, invitar a otros a abrazar el placer y el pensamiento libre. Siguen allí, en algún rincón oscuro de mi conciencia. Sigo combatiéndolos.

Para ellos, la rolita de Serrat.

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