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Mostrando entradas de septiembre, 2021
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Hace unos días, estuve en una experiencia de medicina tradicional. Fue aterrador. No se me ocurre otra palabra, y es que la experiencia tiene mucho de indecible. Aterrador. La experiencia completa supone tres sesiones como la que viví. Tengo miedo. Me nacieron preguntas y voces encontradas. Una dice: termina lo que empiezas, no huyas. ¿Cómo sabrás lo que tiene para ti si no vives la experiencia completa? La otra voz dice: ¿Por que exponerte de nuevo a algo tan espantoso? Quizá ese camino no es el tuyo. El miedo te avisa algo. Entonces, casi sin darme cuenta, abrí un libro de poesía que estaba sobre la mesa. Un poema al azar. De un tal Bernard Noël. Esto es lo que leí: hay que decir no al no hay que volver a atravesar la piel y vaciar afuera todo ese adentro hay que plantar los ojos del lado rojo del desollado y lamer el cuello de sus vértebras y caer en ese agujero hay que sacarse los ojos para beber la mirada de los ancestros y la distancia entre el fin y el principio hay que hacerlo 
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  El sabio baila su sabiduría ¡Qué lindo baila! Hasta que el espejo escupe su verdad callada: eres una máscara, le dice, unos bigotes falsos, bastón de utilería. Tras la máscara hay la nada vértigo de tan vacío negrura. El sabio deja de bailar. Luego de mil años y otros mil, es una piedra es nervadura de hoja seca es lo que queda. El sabio ya no es sabio pero baila ¿Qué otra cosa puede hacer si nada sabe?
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 Fui por primera vez. Allí. ¿Qué dónde es allí? No lo sé, imposible saberlo. Dicen tantas cosas: que allí es Yo, que allí es donde no hay Yo, que allí es Nada, que allí es Todo, que allí es Dios. Dicen que allí es hermoso, es la paz, es la unidad... Fui por primera vez allí. Fue aterrador. Un inhalar que se transforma en caer, en asomarse al abismo, en fragmentos de muerte, en locura. No hay tiempo de prepararse por más que me haya preparado. No podía saber de ese allí. ¿Cómo podría? Veo doble, veo un cambiar vertiginoso, veo la realidad disolviéndose, doblándose, fragmentándose. Es más real que lo real. Es, insoportable. Tanto que creo que voy a explotar, no es posible que aquello quepa en mí. Querer meter el océano en el vasito endeble que soy. Me rompo. Mi cabeza gira de modos imposibles. Grito sin poderme contener pero mi grito sale de un lugar que no soy yo, de un lugar hondísimo. Repito: No no no no no no no. Repito: me estoy muriendo me estoy muriendo. Repito: Sáquenme de aquí.
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  En cada cosa hay otro lado que mis palabras nunca alcanzan, así como las huellas en la nieve no son la nieve que las cubre, así como mi nombre no soy yo sino el disfraz que me resguarda.   Tiene la flor un otro lado como el oculto de la luna, en la palabra agua está la sed, en donde digo yo solo hay preguntas. ¿No es el lenguaje laberinto? ¿Desfiladero en la neblina? ¿No es el poema un pobre intento que desemboca en la derrota? Si digo pan sigo con hambre, Si digo yo me encuentro al otro, Si digo luz nada se enciende. Si digo dios nombro su ausencia.   En cada cosa hay otro lado que mis palabras nunca alcanzan.