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Mostrando entradas de diciembre, 2020

Otras sexualidades posibles.

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  ¿De cuántas formas puede ser la sexualidad en una pareja? ¿De cuántos colores?  A veces es  la razón de estar juntos, o  una parte entre otras, o  algo que se anhela, o incluso una ausencia. Vínculos en donde la sexualidad es lo central y parece no haber nada más que esa intensidad. Vínculos en donde hay complicidad, risa, solidaridad, cariño, pero la sexualidad dejó de ser (o nunca fue) importante. A cada vínculo le corresponde elegir el lugar que la sexualidad tendrá en su relación. También es cierto que ese lugar cambia con el tiempo, con los diferentes momentos de la vida, con el estado de la relación. La sexualidad en general y la práctica sexual en particular tienen diferentes matices y tonalidades. La pasión arrebatadora es una, pero no la única. Los medios suelen mostrarnos esa forma como si fuera la única posible y entonces, cuando no la alcanzamos sentimos que no somos suficientes. Hay tonos intensos y tonos suaves, pasión y serenidad, animalidad y espiritualidad, fuego

Los macarras de la moral.

Llegaron a mi vida con su andanada de amenazas: el pecado, la culpa, el infierno. Porque atemorizar es un modo de tener poder sobre los otros. Llegaron con sus advertencias y sus dogmas, poseedores únicos de la verdad, ellos, los elegidos, ocultos tras miradas piadosas y sonrisitas amables."¿Que no creéis en el infierno? Ya lo veréis, ya lo veréis" Amenazaba el Marquesito de Peralba, misógino siempre, ahora santo.  A ellos les debo, creo, ser sexólogo, cuestionar todo, invitar a otros a abrazar el placer y el pensamiento libre. Siguen allí, en algún rincón oscuro de mi conciencia. Sigo combatiéndolos. Para ellos, la rolita de Serrat.

Currículum

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Lo de hoy es tener un currículum extenso. Mostrar los muchos diplomas obtenidos como si fuesen títulos nobiliarios, hojas de laurel en las sienes, abolengo o pedigrí. Todo esto he estudiado, todo esto soy. Solemos además anteponer esos títulos a nuestro nombre: conde, duquesa, doctor, maestro, eminencia; como en una competencia de egos en donde gana el que lo tenga más grande (me refiero al currículum, por supuesto). A veces me parece que tantos títulos, más que mostrar a la persona, la ocultan. ¿Será que uno sabe más si junta más diplomas? Temo que no.  A mí, por el contrario, me pasa que me enorgullezco de la brevedad de mi currículum. Que no pase de dos renglones, a lo máximo tres, por favor. Atrás de esos rengloncitos, yo me asomo. Pero como la moda es la moda, modestamente he decidido mostrar ante ustedes mi currículum completo, tal y como querría que apareciese. Es espectacular, lo advierto. Asómbrense. FRANCISCO FERNÁNDEZ ROMERO. Catador de mangos de manila. Coleccionista de sem

Reescribir la historia

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  Recibimos historias, las heredamos, cierto, pero también podemos reescribirlas. Olvidamos ese poder creativo y con frecuencia somos nosotros, nosotras quienes escribimos la misma historia una y otra vez. “Tengo mala suerte con los hombres”, “Comprobé que todas las mujeres son iguales”, “Todos los hombres buscan lo mismo”, “Tarde o temprano las relaciones acaban en el mismo lugar”… frases que remiten a un callejón sin salida, a una de esas ruedas donde los ratones corren sin moverse. ¡Pero somos nosotros quienes escribimos nuestra historia! Al menos participamos en escribirla. ¿No será que repetimos la misma historia porque una y otra vez la escribimos de la misma manera? ¿No toca hacernos responsables de nuestras decisiones en lugar de solo quejarnos por sus consecuencias? Si una y otra vez busco a un príncipe azul y este no llega ¿no será que debería buscar algo diferente? ¿No será que lo que busco es una fantasía? Los príncipes azules, si existen, se relacionan con mujeres débile

Vida en abundancia.

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        Entonces ¿amar es desear? Solo podemos desear aquello que no tenemos del todo, pues al tenerlo dejamos de desearlo. Si amar es desear ¿no termina el amor cuando poseemos al fin a ese otro que deseamos? ¿No ocurrirá que una vez que lo tenemos desearemos algo más, un nuevo amor, y el primero quedará atrás? Creo que amar implica deseo. Pero ¿qué deseo? Parecería que la respuesta es obvia: al amarte te deseo, es a ti a quien deseo. Deseo tenert-te. Deseamos tener-nos. Sin embargo, ¿no estaríamos de nuevo en la lógica de la posesión, justo aquella que produce relaciones violentas? Si: tenernos, poseernos, apropiarnos. En el fondo nada habría cambiado.       Pensémoslo de otra forma: amar es desear, el amor incluye el deseo, pero quizá mi deseo va más allá de ti. No es suficiente el desear-te. Deseo más. Más que desearte, deseo para ti. ¿Qué deseo para ti? Cuando te amo, deseo tu bien, tu alegría, tu crecimiento, tu plenitud, tu placer.       Hay unos versículos del Evangelio de Jua

Un camino.

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  ¿No será que la pareja es un camino y no una meta? ¿Una entre otras formas de caminar? Camino, no meta; no el lugar al cual llegar, sino uno de los modos, uno de tantos, de hacer el camino. Y digámoslo claramente: no se trata de un camino fácil. No es un camino recto, de bajada, con señalizaciones claras y paisajes floridos. Es un camino que cambia, que tiene obstáculos, baches, sitios agrestes. También tiene belleza, por supuesto, pero creer que solo tiene belleza es una fantasía del amor romántico. Es un camino con subidas y bajadas, con retos, con muros que parecen cerrar el paso por completo (a veces toca escalar o dar largos rodeos), con tramos en donde parece que el camino desaparece por completo, con pozos de agua fresca y con lugares desérticos. Es un camino incierto, que no se puede prever, que depara algunos paisajes asombrosos y otros aburridos, ampollas en los pies y sombras protectoras. Es un camino que a veces se bifurca en varios caminos, y uno se detiene allí sin sabe