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Mostrando entradas de octubre, 2020

Dejarse sentir la herida

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  Dejarse sentir la herida . No sé cuando leí esa frase por primera vez, pero sé que me dejó una huella. Dejarse sentir la herida. Antes de intentar entenderla me gustó su sonido, su poesía. Y se quedó en mí, esperando su momento. Dejarme sentir la herida. ¿De qué? De tantas cosas, creo. Del dolor de los otros que de algún modo me alcanza, de la lenta agonía de la naturaleza, de mi propia imperfección, de mi incongruencia, de la idea casi insoportable de que un día dejaré de estar yo y dejarán de estar los que amo. La herida de la que soy consciente al darme cuenta de mi fragilidad y de la fragilidad de lo que me rodea. ¿Por qué es tan difícil esa forma de presencia? ¿Por qué la evito tan a menudo? Quizá porque habito una época que rehuye a toda forma de herida, o como dice Byung-Chul Han, una época que rehuye a toda negatividad y que se complace, cada vez más, en una estética de lo liso y lo pulido, de lo fácil, de lo que no tiene ángulos ni resquebrajaduras ni asperezas, de lo qu

dios (con mínúscula)

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“¿Quién es ese señor con moscas en las manos?” preguntaste un día mirando un crucifijo. No entendías que eran clavos lo que estaba en las manos del crucificado. Qué hermoso que fueran moscas y no clavos, pensé. ¿Cómo entiende un niño, una niña, esas escenas de tortura? ¿Cómo se guardan en sus ojos?  En la penumbra de la iglesia habitan seres con dagas en el corazón, con fuego en la cabeza, ensangrentados y con los ojos casi en blanco. ¿Cuándo me acostumbré a esas imágenes? ¿Cómo me marcaron al contemplarlas durante años? ¿De qué modo siguen en mí? ¿Por qué le llaman a eso amor? Al principio Dios fue una gigantesca abstracción que se volvía cercano en personajes concretos: la Virgen, el Ángel de la Guarda, las reliquias de mi abuela; luego, al entrar a la escuela eso cambio: Dios frunció el ceño, se volvió adusto y mandón. Llegó cargado de reglas y mandatos, premios y castigos. Como una bomba en el centro de una plaza, la idea del pecado estalló en mi corazón, lo ensució todo y echó r