Buenos y malos.


En estos días de indignación femenina lo escucho en diferentes lugares: "No es una lucha de mujeres contra hombres sino de buenos contra malos". Casi suena bien. Casi. Porque luego pienso que cuando se habla de buenos y malos siempre nos colocamos entre los primeros. Los malos siempre son aquellos que no son nosotros. Los malos siempre están allá, en la acera de enfrente. ¿Eso es cierto?

Cuando digo que es una lucha de buenos contra malos y asumo que los malos son otros, me hago a un lado del problema. Yo no soy el que golpea, viola, mata. Entonces dejo de mirar mis propias actitudes sexistas, machistas, homofóbicas: las cotidianas, las sutiles, las de todos los días. Cuando digo que es una lucha de buenos contra malos, dejo de mirarme a mí y me siento a salvo.

Pienso, como Joan Carles Melich que "Ser ético es nunca tener la conciencia tranquila".

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