El sueño.


Cuando desperté, deslicé los dedos por la funda de la almohada sin estar seguro si era real. El corazón aleteaba y la sensación de extrañeza lo llenaba todo. ¿Volví? ¿A dónde? ¿Qué es volver?

En la primera parte del sueño, yo, mi pareja y mi hija intentábamos escapar de algo, no sé de qué. Salir del bosque en donde estábamos. Parecía imposible. Por más que caminábamos llegábamos siempre al mismo lugar, como si todos los caminos regresaran al lugar de dónde partimos. Una especie de laberinto sin paredes. Tratábamos de apoyarnos en algún punto en la lejanía intentando avanzar. Entonces, desde cierta altura vimos a Julieta y a Tere que, como nosotros, intentaban escapar.  Íbamos a llamarlas cuando desde el otro lado aparecieron otras Julieta y Tere, igual de perdidas que las primeras. ¿Otras? Empecé a comprender: en aquel bosque había realidades diferentes que se entrecruzaban. Había otros nosotros intentando escapar. Cuando llegábamos al mismo lugar quizá era porque esos otros nosotros llegaban allí. Aunque había otros nosotros parecía como si hubiera una sola conciencia dividida en diferentes cuerpos.

De pronto me encontraba solo sabiendo que no habría modo de escapar, y al darme cuenta de eso, la realidad se desdobló, no encuentro otro modo de decirlo, las palabras son insuficientes. Al mirar hacia arriba no encontré el cielo sino otro suelo paralelo. Caí (o volé) hacia ese suelo sobre mi cabeza. Pero aquello era solo el principio. Mientras caía, la realidad siguió multiplicándose. En cuanto miraba hacia otro lado, aparecía una nueva realidad en un ángulo diferente a la inicial. Todo se convirtió en una especie de caleidoscopio de realidades que nacían unas de otras, vertiginosamente. Caía o volaba o flotaba entre ellas. En cada realidad había posibilidades diferentes. A mi alrededor surgían paredes de un museo en ángulos contrapuestos, paredes arriba, abajo, a un lado, al otro y yo pasaba de una a otra con solo mover los ojos. Supe que en cada pared había cuadros de Rembrandt, pero no los cuadros conocidos, sino los cuadros que Rembrandt pudo haber pintado en otras realidades, y esas realidades eran infinitas, de modo que los cuadros de Rembrandt, los que pintó y los que pudo haber pintado, también lo eran. Yo pasaba de una realidad a otra en cuanto pestañeaba. También iban surgiendo paisajes a mi alrededor en ángulos imposibles: montañas, bosques, cabañas, ríos. Casi no podía respirar al imaginar el infinito de posibilidades que surgían ante mi, que se apagaban y se encendía. Aparecieron pasillos de librerías con estantes infinitos en donde cada escritor existente había escrito todos los libros posibles. Aquello no me cabía dentro, era enloquecedor y al mismo tiempo hermoso. Me sentía como luego de inhalar sapo, el mismo vértigo, pero esta vez mi identidad no desaparecía sino que podía contemplar todo a la vez, todo moviéndose, todo bifurcándose, todo abriéndose a todas las posibilidades de modo simultaneo. Yo pasaba de una realidad a otra mientras caía. Sentí, no que moría, sino que no podría morir, que aquello no terminaría nunca y yo estaba condenado a contemplarlo para siempre.

Entonces, el surgimiento de realidades fue haciéndose más lento, hasta que al fin se detuvo en una. Era una librería y yo descendí a un sillón. Un hombre se me acercó a preguntarme si me sentía bien. No pude responder, mi corazón latía enloquecido y estaba empapado en sudor. Un instante después apareció otra realidad: estaba en la cama, Matilda entre mis piernas, el corazón retumbando.  ¿Cómo saber que esa era la realidad? No podía saberlo. Acariciaba la almohada, aún incrédulo de haber llegado a algún lugar. Pasaron varios minutos sin que yo sintiera que había vuelto a la realidad, dudaba de que esta realidad lo fuera. No sé si lo que sentía era alivio o miedo. Extrañeza sí, ajenidad, confusión. 

Pensé que tendría que escribir lo soñado sabiendo que sería imposible hacerlo. ¿Cómo escribir lo infinito, lo múltiple, lo inabarcable?

He aquí mi intento.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La sexualidad light

Otras sexualidades posibles.

Después de la pandemia.