Miro alrededor. Miro desde donde puedo mirar, es decir, desde mí, desde mis ojos miopes, desde el lugar y el tiempo que habito. ¿Se puede mirar desde otro sitio? Quisiera mirar desde fuera pero es imposible: no puedo estar sino aquí, soy parte, uno entre muchos, otro. Pero si no puedo salir, quizá puedo construirme una burbuja, siempre fugaz, siempre frágil y mirar desde esa quietud inventada, ese paréntesis. Lo intento de nuevo. Miro alrededor: grandes edificios, anuncios espectaculares, enormes pantallas planas, gigantescos centros comerciales, mucha prisa, el tiempo es dinero, otros ya nos llevan la delantera, jamás estar ocioso, la inacabable persecución de la excelencia (¿Qué diablos es eso?), el éxito, el logro, la breve fama, mucho ruido, noticias, campañas, publicidad, voces que se enciman unas a otras y que se pretenden dueñas de la verdad, luces brillantes que invitan siempre, que deslumbran y seducen. Miro perplejo esto que miro (sí, dentro de la burbuja). A veces ...